APOYEMOS A LA FAMILIA DE PEPE CADA DÍA A PARTIR DE AHORA

Acabo de enterarme de la partida de Pepe y no salgo de mi asombro. Pepe era de los pocos ajedrecistas no pagados de sí mismos, afable y educado y extremadamente creativo, como demuestra el haber creado el Megajedrez. De haber nacido en Estados Unidos, habría saltado a la fama sin lugar a dudas. Dado que no tiene vuelta atrás, sólo queda apoyar activamente a su familia ahora; especialmente, a su encantadora esposa y a su preciosa hija, Sara. Mis más sentidas condolencias desde esta página y, no ya como miembro de la Junta Directiva de la Federación, sino como Psicólogo, quedo a su disposición incondicional públicamente para lo que puedan requerirme. Un fuerte abrazo a todos los que le quisieron mientras estuvo a este lado de la Vida.

Poner en valor

No hay forma más eficaz de cargarse una lengua que inventar palabras o expresiones y utilizarlas sin sentido una y otra vez. Y no hablo de las memeces de la Mini-Star de Bibianidad, sino del día a día de los ineptos politicastros, que ponen de moda expresiones absurdas y palabras sin sentido. Un ejemplo de lo primero es la expresión "poner en valor". Se supone que significa "dar valor", "hacer que algo viejo, caduco o deforme adquiera el valor que potencialmente tiene". Dado el discurso vacío de los políticos, usan esta expresión para distanciarse del discurso coloquial, intentando dar la impresión de que son una casta aparte con una jerga propia. Pero son tontos, profundamente tontos. Tan tontos como los que ya hablan de "género" en lugar de "sexo". Memos del mundo (y de España, especialmente): ¡Las personas tenemos sexo, y no género! Y las personas tenemos neuronas y cerebro, no corruptas intenciones que pervierten el lenguaje.

Renacer o morir

Vivir en España es una aventura desventurada. Al menos, para quien sea competente y practique la Ética, disciplina interior desconocida para los políticos españoles. Es inútil luchar contra la podredumbre moral de éstos, pues son la mayoría, base de la llamada "Democracia". Mas, ¿quién puede abrazar convencido y feliz un sistema de gobierno basado en la ignorancia y las bajas pasiones de la mayoría? Cuando toda concejalía de Urbanismo se ha nutrido de los mayores corruptos locales -sin olvidar alcaldías como la de Marbella, la de Sanlúcar de Barrameda, la de Sevilla o la de La Algaba, donde el propio alcalde pide cifras millonarias a los empresarios para recalificarles el terreno y les facilita empresas y empresarios intermediarios para blanquear tan apestoso dinero- con la aquiescencia del propio pueblo, del que surgen estos perros adinerados, ¿cómo renacer desde la ética? Las personas éticas, en España, no tienen sitio. O sí lo tienen: el último rincón, el desempleo, la pobreza y el olvido. Porque, ¿quién guarda al guarda? ¡Perro país! ¡Basura de pueblo!